Calabozo es sin duda una ciudad plagada de tradiciones, desde su fundación se caracterizó por tener un profundo fervor religioso. Una ciudad que para finales del 1800 contaba con poco más de 15.000 habitantes se daba el lujo de atesorar un rosario de hermosos templos separados por apenas algunos metros unos de otros.
Muchas de esas tradiciones se han mantenido, como el día del Carmen, Las Mercedes, las procesiones de Semana Santa y desde hace unos cuantos años un profundo fervor por el Santo Rostro.
Los orígenes de esta tradición se remontan al inicio del siglo XIX, como bien lo cuenta la señora Guadalupe Lara, quien se ha encargado de cuidar la imagen por al menos dos décadas.
La historia del Santo Rostro comenzó a orillas de un río, en algún rincón del llano, donde Juan Vilera acostumbraba a jugar cuando niño. Un día de esos iluminados por Dios, Juan se encontró una piedra que atrajo su atención, en la superficie plana de esta piedra se podía apreciar la imagen de un rostro humano. El niño la recogió y la llevó a su casa donde permaneció por un tiempo. Según se cuenta la madre de Juan llevó un día la piedra al río y la lanzó a la corriente, pero Juan siempre volvía a conseguirse la piedra con la imagen no importa cuán lejos la lanzaran. En una oportunidad Juan y su familia tuvieron que mudarse temporalmente del lugar donde vivían dejando la piedra. A pesar de que ese lugar sufriera una inundación, Juan pudo recuperar la piedra a volver a su antiguo hogar, este hecho causó conmoción entre los amigos y familiares.
El tiempo pasó y el entonces señor Vilera, que frecuentaba la población de Guardatinajas, conoció a la familia de la señora Guadalupe.
Guadalupe Lara, era en aquel tiempo una pequeña niña sin ser bautizada, que más tarde se convertiría en la ahijada del señor Juan Vilera.
Pasó el tiempo, mucho tiempo y del señor Juan Vilera no se volvió a saber, a pesar que este había prometido a la madre de Guadalupe que un día le traería a su ahijada “el medio” que no había podido darle el día del bautizo. Un día doña Paula recibió un mensaje de parte de la señora Catalina Tovar, diciéndole que tenía para su hijo “el medio” que un día le había prometido su padrino, era por supuesto la Piedra del Santo Rostro.
El Santo Rostro puede ser visitado actualmente en una capilla que construyó la misma señora Guadalupe ubicada en la carrera 1 con calles 13 y 14. (8°56'13.16"N 67°25'43.12"O)
Calabozo es sin duda una ciudad plagada de tradiciones, desde su fundación se caracterizó por tener un profundo fervor religioso. Una ciudad que para finales del 1800 contaba con poco más de 15.000 habitantes se daba el lujo de atesorar un rosario de hermosos templos separados por apenas algunos metros unos de otros.
